Esta medida fue tomada como parte de la Rebelión de los Boxer,
para desbancar a los occidentales y crear una nueva “edad dorada”. La Emperatriz
comunicó a los ministros de los gobiernos extranjeros que tenían 24 horas para
abandonar Beijing, con la promesa de un pasaje seguro hasta Tientsin. Sin
embargo, los diplomáticos decidieron rechazar la oferta. La Emperatriz,
entonces emitió una declaración de guerra, alabando a los “Valientes seguidores
de los Boxers”, esta declaratoria venía acompañada con la orden de ejecución.
Esto desató, evidentemente, un movimiento anti-extranjero en Bejing, que llegó
a costar muchas vidas.
Fue hasta el 14 de agosto de 1900, que una fuerza internacional
entró en Beijing para liberar a los extranjeros asediados y a los cristiano
prisioneros, terminando con la Rebelión de los Boxers.
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